lunes, 13 de mayo de 2013

Un secuestro de la leche

No entiendo nada. El comportamiento de algunos miembros de nuestra especie sencillamente me aterra. Es el caso de Ariel Castro, el ¿hombre? de Cleveland que mantuvo 10 años secuestradas a 3 niñas: Amanda, Gina y Michele. Y aunque al final pudieron escapar la semana pasada gracias a una llamada telefónica de la primera, no hay duda de que cambió sus vidas para siempre.
Una década de maltratos nada menos. Repugnante. Aunque uno se pregunta desde lo más hondo de su ser: ¿¿¿Por qué no se fugaron??? ¿No es eso lo que les pedía el cuerpo? Supongo que la explicación, a parte del miedo y las trabas reales, estará en el famoso síndrome de Estocolmo que te hace empatizar y hasta sentir algo por tu captor… Pero cualquiera sabe, es fácil hablar sin estar en su lugar.
Mira nuestro caso: ellas eran 3 contra 1, y aquí somos millones y estamos contemplando impasibles como unos cuantos se enganchan a nuestro cuello y nos chupan el trabajo, la sanidad, la educación, los derechos… ¡Y el rescate es aún peor! Al menos no estamos enamorados de nuestros captores. Aunque Mariano mira con unos ojillos a la Merkel…
En fin, una noticia turbia, truculenta, que nos demuestra lo peor de nuestra especie… Pero que al menos ha tenido un final feliz. Y como eso es lo importante y no estamos en un blog sensacionalista a lo Espejo Público, buscaremos para cerrar un video de buen rollo que nos devuelva la esperanza en el ser humano.
A ver qué encontramos ligado al tema… Ya está: al menos a mí, cuando escucho hablar de un secuestro en USA, enseguida se me viene a la mente la imagen de la foto del niño desaparecido en un cartón de leche, y esto nos lleva a… ¡Efectivamente! Lo has adivinado: “Coffee and TV” de Blur. De estas canciones que es solo leer el título y ya sin darte cuenta estás cantándola y moviendo los brazos como el entrañable brik con una sonrisita tonta en la boca. Disfrutadlo y ya sabéis, si un hombre os ofrece aunque sea una piruleta, por mucha cara de bueno que tenga, no lo dudéis: ¡Run, run, run!

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